La Infancia. Por Pablo Varela
La infancia
Hubo un tiempo cuando no llegaba a los mostradores: todo lo señalaba con el ímpetu de un prócer ya hecho estatua. Viajar apretado en un colectivo era indicio de saber respirar allí abajo donde el aire es escaso; no me ponían mal contratiempos como ése. Vivía en un mundo de juegos, tan real como el más real, quizá más real que el de hoy en día. El amor era simpleza, la atracción sin razones por las personas, por la familia, por los amigos, por los momentos compartidos. La alegría era tan accesible como la tristeza. No había nada imposible en una ciudad deplaymobil:todo está al alcance de la mente dispuesta a jugar. La infancia es ese lugar de las posibilidades infinitas, es la zona de la piel donde todo, incandescente, se marca para siempre. Tengo de testigos los recuerdos vivos, sensaciones inconsolables que aún hoy me atormentan, como la pérdida de aquel pequeño robot plateado (vaya a saber dónde lo habré dejado, a veces pienso que lo encontraré).
La infancia es el tiempo de la escucha encantada, del cuento repetido mil veces, es no cansarse de ver otras mil veces el mismo dibujo del cuento que nos regalo un tío y que por razones desconocidas nos atrae.
La infancia es el lugar donde una parte de mi (un 53%) se quedó a vivir para siempre y por ninguna razón podrán expropiarme ese terreno donde ya construí una casa para vivir días de divertida calma.
Pablo Varela