EL ACTO CREATIVO

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¡Qué pretencioso suena el titulo! En realidad, la idea en si suena pretenciosa. Disputar con Dios, nada menos que la co-producción del hecho creativo. Las diferentes teologías y en particular las monoteístas, hablan de co-creación, de modo tal, que en eso estamos. Cuando nos expresamos, no estamos solo pasando el tiempo, sino también, re-elaborando la creación.
Es evidente que hay dos formas de pararse frente a un campo virgen, papel en blanco o espacio de creación. Pidiendo ayuda –que no está mal- o dejando que las musas a través nuestro o de una mágica energía, actúen hasta poner en movimiento las herramientas que tengamos, para plasmar la obra.
En el caso de pedir ayuda, estos pedidos quizás impliquen la aparición de las muletas necesarias, hasta que lo que tengamos delante no responda a nuestro interior, no lo reconozcamos como personal.
Podemos estar conformes con el trabajo, el esfuerzo realizado y hasta la pericia en la recreación, pero nunca en nuestro interior seremos capaces de reconocer una absoluta originalidad en lo producido.
Como originalidad quiero decir, no una excelsa obra de arte, sino un simple rasgo o gesto salido de nuestra alma, sin reconocimiento de espejos que detrás de nosotros nos empujó o acompañó la mano.
Para definir un poco más lo que digo, basta recordar las clases televisivas de infinidad de “artistas” caseras, que en programas para la mujer nos dictan “paso a paso” cómo hacer para realizar “en poco tiempo y con materiales sencillos y prácticos”, una obra de arte que “su familia sabrá disfrutar señora”.
Hablamos del acto creativo o ese mágico momento en que un artista se convierte en tal cuando, al manipular las herramientas o el lenguaje apropiado, plasma un sentimiento o un mensaje. En realidad aquí surge la primera distorsión cultural. La creada por la sociedad, cuando actúa sutilmente sobre gran parte de las personas, haciéndoles creer, que ese acto es solo para elegidos.
La sociedad es justamente todas esas pautas y prejuicios que venimos sedimentando para producir los bloqueos e inhibiciones para impedir que nos expresemos. De modo que aquí estriba, uno de los objetivos que me llevaron a escribir esto.
Entiendo que todos los seres humanos, cualquiera sea su condición social nace con el derecho y además el deber de expresarse. La sociedad se ocupa de esquematizarlo y colocarlo en un lugar, donde le conviene a la misma sociedad, prejuzgando un rol, que quizás en libertad no hubiera elegido.
Además, como sucede en otras actividades con lucha de intereses, quienes han llegado a un estatus social, son los más interesados en ser celosos y custodios del lugar conseguido, haciéndolo cada vez más exclusivo y con acceso condicionado.
Si realmente comprendemos la importancia del acto creador, nuestro mayor esfuerzo debería centrarse en abrir el horizonte a la cantidad y calidad de personas que intervengan en la creación.
Entonces al abordar el proceso creativo para intentar comprenderlo, distinguiremos dos aspectos: los aspectos positivos o promotores de herramientas para facilitar el acto creativo y los bloqueos o inhibiciones que los traban o perjudican su desarrollo.
Por suerte, hoy día los motivos o temas que aparecen para pensar en la creación son cada vez más amplios. Quizás antiguamente –voy a elegir una simplificación para explicarme- los motivos para buscar la trascendencia través del arte, se basaban en la religiosidad, la espiritualidad, lo funerario. Desde otro punto de vista, los fenómenos de la naturaleza y hasta la vida cotidiana, la provisión de alimentos –caza, pesca- ciclos de las cosechas etc. Claro que esto es lo que nos llega a nosotros, en esta lectura a distancia que tenemos. Sin duda que el poder tener presente estas cosas, es una prueba más de la importancia que el arte tiene para la construcción de la historia.
Si trasladáramos esta forma de expresión a la actualidad, coincidiríamos que el plasmar en arte, lo sucedido con las torres gemelas, sería una forma de imitar a nuestros antepasados, construyendo mensajes trascendentes. En realidad, la actualidad y su tecnológica, nos brinda un panorama muy extenso de herramientas específicas. Noticieros, multimedia y mil formas de plasmar esos hechos. De tal manera que deberían aparecer en este caso, otras formas de expresar este testimonio contemporáneo.
Cada vez debemos esforzarnos más por crear métodos y lenguajes, para expresar lo que queremos decir, para impregnarlo de personalismo. La riqueza de nuestro lenguaje, radica en la complejidad de expresiones, allí es donde crecemos para comprender y aprender.
El producto de nuestro lenguaje ya no es solo una necesidad, aparece la intención, que rodea a esa necesidad, la opinión, lo sugerido y la visión personal que lo hace único y original.
Nuestro acto creativo será cada vez más nutritivo cuando sea capaz de plantear soluciones y propuestas inesperadas, pero mejor aun cuando plantee preguntas inesperadas.
La estructura básica de nuestro acto creativo tiene tres grandes ejes que lo contienen. Debemos distinguir entonces tres estados en los cuales, alguna vez, al mismo tiempo o en forma desordenada, pero pasamos inevitablemente por allí, al transitar una creación.
Una etapa de análisis, luego una síntesis y finalmente una conclusión que será el puntapié para volver a comenzar el ciclo (análisis-síntesis-conclusión). Esto, por supuesto no es algo lineal, ni siquiera cronológico, aunque necesariamente pasaremos por allí.
En un primer momento, recolectar todos los antecedentes del tema que se trate, incluso aquellos antecedentes que compongan el imaginario, negativo, mítico o no-deseable, pero tenerlo en cuenta porque hace al acto.
Este proceso de análisis, no es el más despreciable o de menor categoría. Se dice que un buen diagnóstico es la base de un adecuado y exitoso tratamiento, en este caso lo será sin dudas.
El proceso de pensamiento que guía a buen análisis es la lógica, el razonamiento. Los abogados sientan las bases de un exitoso juicio en un excelente trabajo del juez de instrucción, o sea quien junta, acumula y les da categoría a los antecedentes.
Luego, al entrar en la etapa de la síntesis, algunos dirán que entramos en la etapa central del acto creativo. La parte más apetitosa, el acto creativo en sí mismo. Ahora que vamos desmenuzando el acto creativo como un proceso y no solo un momento de iluminación azaroso, nos damos cuenta que en realidad, todo en conjunto es la creación, esos tres momentos: Los antecedentes, la decisión y la evaluación o etapa de conclusiones.
El momento de la síntesis reúne una serie de cualidades que las debemos reconocer como propias del pensamiento intuitivo, es decir debemos privilegiar a nuestra percepción y las virtudes del llamado pensamiento lateral. Durante toda la etapa racional del estudio de antecedentes, dejamos espacio para categorizar y adjetivar, clasificando correctamente todos los datos, ahora es cuando debemos dejar que todo se acomode, nuestra percepción sabrá elegir correctamente.
En esta etapa, nuestra pasión es la que toma las decisiones, reduciendo a un corto tiempo y espacio la toma de decisiones, sin lugar a dudas, esperando de nosotros la claridad que surja de esa caja negra, que por ahora no mostró una puerta de salida.

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