El Arka de los Inundados. Por Asun Prado

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EL ARKA DE LOS INUNDADOS




Contactándose con La Sortija, alguien preguntó a Losotros Títeres, si no teníamos una historia del  Arca de Noé,  para un bebé que cumplía un año el domingo 2 de noviembre, en la Provincia de Buenos Aires.  Propuse hacerla,  insertándola como un cuento dentro de mi trabajo “TabYque”.



Era fin de octubre. Releí varias versiones del mito bíblico y me encantó:  Me pongo a montar una versión con campesinos,  originarios de América, víctimas del desastre ecológico capitalista. Los animales, especies domésticas y especies en extinción de nuestro continente.  El Arca, una mini-balsa de totora del lago Titicaca.



Pasé varios días en habitual trasnocho. Con la cabeza a toda máquina, organizando, produciendo, realizando, llegando como nunca a lo simple.  Siempre a mi lado, el compañero miedo, chicoteando.



Desperté un día cantando “Pau de Arara” de Gilberto Gil, cuenta de la migración del nordestino en Brasil, en unos camiones que navegan por secos caminos, rebalsando gente, donde alguna vez yo misma viajé años ha… Con esta canción se armó toda una escena, bien hipnótica, de contacto con el público.



 Trabajé como es costumbre con muchos elementos reciclados, como un gran rollo de papel film que encontré en la calle, tenía olor a perrito mojado, pero lo recuperé y dio una brillante cascada de agua que invadía todo el escenario.



 El viernes, últimos toques. Ya había cambiado la idea, iba sólo a contar con diferentes títeres dos cuentos, el segundo “El ArKa de los Inundados”.



Y el sábado 1 de Noviembre comenzó un diluvio feroz en Buenos Aires, que duraría hasta la madrugada del martes.



Fui con cortina de lluvia a la fiestita, en Provincia. Por los barriales, bien equipada. El trabajo funcionó muy bien, todos contentos.



A la noche volvía a casa en medio del diluvio, me compré provisiones en el chino y me contacté con un Programa de Cultura de Nación para ofrecer  apoyo solidario, como titiritera, a los inundados.



Esa semana llevé el trabajo, bien deslastrado,  a dos centros de evacuados por el Partido de La Matanza..



Y en esas presentaciones vivencié  como nunca antes,  lo que es el teatro, como ritual. Cuando paseaba al son de “Pau-de-Arara” con el Arka entre los espectadores, y los niños tocaban suavemente los animalitos y los títeres, como quien toca el manto de una Virgen en plena procesión. Cuando con los espectadores ya  apiñados sobre  la mesa, observábamos -junto a los personajes del arca-  cómo el agua se iba retirando:   el texto  surgía “…creamos, aunque parezca imposible, esto va a suceder, todo lo que ahora está inundado, la tierra, sus casas,  va a secarse, el  agua va a bajar, van a poder volver…” y en los inolvidables ojitos asombrados de los niños,  estábamos realizando  el milagro.



Jugando a los muñecos… sumergidos en nuestras emociones,  un grande,  valiente, único, familión de desterrados de fiesta…



Ahí tras el “fin”, un grupito de niños trayendo otro más chiquito aún, para que se abrace con un títere, ahí otro que vuelve a armar perfecta solo el arca entera con sus 16 animales y la familia de Noé, y los saca a navegar por el hall…



 Cuando  objetos y  títeres circulaban por entre esas manitas, que varios niños se metieron  debajo de la mesa,  mientras me entregaba  a un gustoso caos de miradas, abrazos, risas inagotables, pensé:  hoy  vale todo, que hagan lo que quieran:  Si son ellos realmente los dueños de este  arca.




Asún Prado


Buenos Aires, noviembre 2014


 


 

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